Alaska se equivocaba

Crecí con depresiones todos los meses…bueno, previo a eso, hubo unos años de sentirme “normal” por eso no estaba conforme con lo que me tocó después. Me pasé años con nostalgia .

Pensaba:

Cuando vuelva el buen tiempo volveré a sentirme bien”…pero no

Cuando vaya a Inglaterra me sentiré como antes”…pero no.

Podía recordar la sensación que añoraba proyectándome hacia el futuro en una situación pasada , estaba casi segura de que los vencejos sobrevolando el patio me salvarían, pero se olvidaban de mi primavera tras primavera.

No todos los días eran iguales: estaba la semana anterior donde sentía que caía en picado y sin remedio, se me quedaba el cuello frío y no era capaz de dormir, luego venía lo que bien tarde supe reconocer como una depresión; en ese periodo no terminaba de creerme que el mundo existiera, nada tenía sentido . El resto del tiempo, la angustia y la certeza de saber que volvería a sentirme así.

Lo que antes había sido  se convirtión en un guión a interpretar y tenía tantos papeles que cubrir que se me iba la energía en fingir ser: Lo que había que decir para ser amiga, lo que esperaban que hiciera por ser alumna, papel de hija, papel de hermana. Seguir las pautas de como aparentar cuerda me volvía completamente loca.

¿Como salí? No, esa no es la pregunta importante. La pregunta es como empecé.

No nos enseñan que cambiamos. No nos dicen que ni las células de nuestro cuerpo son las mismas de un día para otro. Vivimos impregnados de la idea de que eres la misma persona siempre. Y si cambias para mal, vuelve a cambiar para bien, así de fácil.

Mis depresiones estaban ligadas al ciclo menstrual y nunca supe verlo. Lo veo ahora cuando miro los diarios pero vivía tan desligada de lo que me pedía el cuerpo que nunca hice la conexión. No cambiar con el cambio era gran parte del problema pero como narices vas a cambiar si hasta los anuncios de tampax te recordaban que “no pasa NADA”…además te lo deletreaban…en mi caso me lo taladraban en el cerebro “ene-a-de-a”.

Yo tenía un ciclo y el mundo me imponía otro, que más que un ciclo era como estar atrapada en el día de la marmota. Todos los días iguales, todos los fines de semana calcados y rara vez mi ciclo encajaba con mi mundo, era como girar desengranada. Cuando ocurría, cuando encajaba, era casi un fenómeno planetario del tipo eclipse total a medio día. Y casi era peor porque si conseguía sentirme en este mundo durante una hora ¿porqué no siempre?.

Las depresiones se me fueron por dos razones fundamentales :

La primera es que dejé de querer viajar al pasado. Admití que yo era distinta y que era cíclica. Admití que querer ser la de antes era como querer convertirme en mi vecina. Esa obviedad que tenía regustillo a tirar la toalla hizo que todo el periodo pre-post depresivo fuera un momento de respiro y no una lucha contracorriente para no volver a caer.

Pero sobre todo el gran cambio vino cuando empecé a hacer lo que me salía del coño, así literal. Quedarme en casa un viernes, tomar unas cervezas un lunes, estudiar de madrugada en el balcón, presentarme a los exámenes en la convocatoria que me cuadraba, trabajar para organizar mi economía, sexo cualquier día de la semana, dejar mi papel de mascota del grupo, beber, no beber, bailar, no bailar. Hablar solo si quería, los silencios incómodos desaparecieron (silencios sí, incómodos no, por lo menos para mi).

Gestión de mi tiempo, gestión de mis capacidades en cada momento, gestión de mis ciclos, ESO sí hubiera sido una asignatura útil y me hubiera ahorrado mucho sufrimiento. Gestionar el tiempo cuando eres una adolescente crecidita resulta en una vida un poco desorganizada de cara a la galería pero es que empecé tarde y todavía llevo retraso en esto de coordinarme con el mundo. Lo cierto es que en el fondo agradezco infinito que mi biología me obligara a hacerme responsable de mis horas porque lo que no puede ser es que eduquemos para que el responsable de nuestro tiempo sea otro.

Estoy convencida de que no soy la única afectada por girar desengranada. Porque así en general parece que nos mola esto de ignorarnos. Todos estamos sumidos en ciclos (en este planeta no se libran ni las setas) pero hay que fingir que no  cambiamos, ni biológica ni psicológicamente (que al final una cosa y la otra es lo mismo) .Nos aferramos a un pasado que ya no existe y nos encerramos voluntariamente en días que se repiten.

La vida es obviamente e indiscutiblemente cíclica , un ciclo que avanza, una espiral. ¿Como nos adaptamos a los ciclos? La naturaleza, la nuestra y la de todos evoluciona por estrés. Si los peces no se hubieran enredado en las algas nunca hubieran desarrollado patas.

Pero si cambiar está mal visto, estar estresado es peor aún. Si estás estresado piensa en otra cosa: vete al cine, tomate una valeriana, que el estrés MATA

Surge el estrés de estar estresado. La depresión por estar deprimido ( esa que me hundió )

El motivo de tu estrés es algo a olvidar, algo que encerrar y tragarte la llave para mayor sensación de nudo en la garganta.

Nadie nos dice “oye eso que te estresa es un cambio que te ha propuesto tu cabeza”. Es tu evolución, es tu nuevo engranaje con el mundo.

Nuestra cabeza no gasta energía inútilmente pero es bastante tocapelotas porque el estrés es el último en perder la esperanza y siempre que vea la oportunidad de evolucionar, de hacer algo ,ahí estará, es un soñador.

Si lo consigues habrá un momento de satisfacción pero no te preocupes que si puedes con todo tu estrés te propondrá nuevos retos así que no basta con ponerte en marcha rápido, también hay que cogerle algo de cariño.

En el fondo los estresados de la vida son aquellos que tienen capacidad de superarse, son los que saben que se puede, son los que necesitan cambiar una y mil veces. El problema es que en un mundo donde cambiar es malo, y estresarse es peor las opciones que se ofertan son un tranquimacin y sálvame de luxe.

Y entonces la necesidad de avanzar se retuerce en que nunca estas satisfecho con nada. Tienes que quedarte como estás y ser agradecido. Y te sientes mala persona por no disfrutar de lo que tienes, porque tienes nuevos retos y son malos, son malos porque cambiarían las cosas, porque insultan a lo que ahora hay. Y eso no es fruto de ser un estresado, eso es fruto de ser un estresado educado a no cambiar, eso es un corredor de 50 m lisos enganchado por los tobillos.

Lo que quiero decir es que el estrés nunca desaparece de la evolución pero sí podríamos eliminar el estrés de estar estresado. Podríamos abandonar la idea de que los cambios son malos o inexistentes, cuando alguien diga“virgencita que me quede como estoy” le podríamos dar un capón y si dice “más vale malo conocido que bueno por conocer” le damos dos .

También creo que hay que dejar de inculcar que el camino solo se empieza si tienes la certeza de que vas a alcanzar la meta, porque el camino es el proceso de cambio y la meta es solo la excusa, en la evolución en la que estamos inmersos es mejor dar dos pasos que ninguno. Es un poco de cajón; si el motor está encendido hay que abrir la puerta del garaje, pretender llegar a tu destino está genial pero si no abres la puerta te asfixias, lo primero es lo primero. De hecho decidir ponerte en marcha o no dependiendo de poder llegar a la meta es un poco absurdo, porque a medio camino puedes necesitar otra cosa…y no es que seas volátil, es que te escuchas.

Todos tenemos ciclos, todos cambiamos y todos tenemos que engranarnos constantemente, algunos tenemos la suerte de no poder ignorarlo.

Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el enlace permanente.

Una respuesta a Alaska se equivocaba

  1. Nadia dijo:

    Como siempre…me dejas sin palabras…una reflexión más…gracias…Pero no lo llamaría cambio lo llamaría como a los pokemon…evoluciona…

    Me gusta

Deja un comentario